
Antes, y ya sólo esta palabra me da sensación de algo viejo, antes nos juntábamos varios amigos una vez por semana, como mínimo. Unas veces los viernes, otras los sábados, rara vez algún día diferente de la semana. El número de participantes era variable, siempre se podían presentar algún compromiso familiar «ineludible», pero lo normal es que nos cuadramos para reunirnos el mayor número de amigos posible. Esto es algo que hacen muchos grupos de amigos, algo corriente en la «vieja normalidad». Nos reunimos y todos hablamos con todos, nos contamos las anécdotas de la semana, nos ponemos al día con las importantes noticias intrascendentes, lo normal en estos casos. Todo eso cambió con esa puñetera situación de confinamiento que hemos sufrido. Descubrimos que nuestros móviles venían preparados para hacer vídeo llamadas en grupo, algo que sin este virus jamás habríamos descubierto, seguramente por no haberlo necesitado para absolutamente nada. Pero no es lo mismo. De ninguna de las maneras. El vernos todos cara a cara, tocarnos, los gestos, no tiene nada que ver, por lo menos para mí, que ver una imagen de mis amigos en una pantalla.
Yo creo que nos ha pasado a todos, o a muchos de nosotros. Durante los largos días del confinamiento, pensaba que en cuanto tuviéramos oportunidad, nos reuniríamos los amigos de siempre a la primera oportunidad, saldríamos como los toros de toriles, embistiendo en todas las direcciones y arrasando al que se pusiera en nuestro camino. Pero en cuanto llegó la primera oportunidad, pasó algo inimaginable. Nadie parecía querer dar el primer paso, yo tampoco. Aquello que anhelaba con ansia durante los días de encierro, parecía no apetecer. Los dias pasaban y no terminabamos de quedar. Dejamos pasar varias oportunidades, hasta que por fín, este viernes pasado, nos hemos vuelto a reunir. Pero, sinceramente, no es igual.
No es por presumir, ni mucho menos, pero tenemos varios lugares donde habitualmente nos reunimos, normalmente buscamos terraza al aire libre, alguno de los amigos tiene la costumbre de fumar un poco y, sinceramente, nos gusta disfrutar del buen clima de nuestra tierra. Para elegir tenemos de todo, unos bares con terraza en el paseo marítimo de nuestro pequeño pueblo, otros con terrazas interiores, otros con mesas en calles peatonales, una amplia oferta que normalmente se decantaba por las tapas que apetecían a la hora de pensar la reunión, (Mas plancha, mas cocina, bravas, estilo «gourmet», etc.). Para esta reunión, el primer cambio ha sido a la hora de escoger el sitio donde reunirnos. En lugar de pensar que tapas apetecen, se ha pensado que lugar tiene la terraza más amplia para mantener la distancia entre mesas. Una vez decidido por uno de los establecimientos del paseo maritimo, que por los paseos vespertinos sabemos que tiene buenos espacios «intermesales» (seguro que no conocen esta palabra, pero se pondrá de moda, ya verán, ya) llegó el momento de reunirnos.
Con más miedo que vergüenza, o esa era mi sensación, fuimos llegando los amigos, cada uno por su lado como es normal. Todos llegamos al punto de reunión con mascarilla, y a pesar de las ganas de dar muestras de afecto, como abrazos y otros contactos que antes eran bien vistos, nos saludamos con demasiada cordialidad. Una vez sentados a nuestra mesa, y disfrutando de una noche perfecta, acompañados por una esplendida luna (Las fotos que acompañan esta entrada la tomé yo durante la reunión con mi móvil, la verdad es que hizo una noche magnífica este viernes) nos guardamos las mascarillas, comenzó a llenarse la mesa de cerveza, vino, bravas, lomo a la orza, bacalao, mini burguers, y ya no recuerdo que más. Comentamos todo lo que se nos ocurrió y por unos momentos, volviamos a ser los mismos de la «vieja normalidad», encanto que se rompía al venir los camareros con su mascarilla correspondiente puesta. Bien entrada la jornada del sabado, cada mochuelo se fue para su olivo. Necesitaba un buen rato con los amigos de siempre, retornar a socializar en los bares, en nuestras terrazas, porque deben estar conmigo, la misma cerveza sabe mejor en una terraza de un bar, unas simples aceitunas pueden saber a gloria en el paseo maritimo, algo que en tu casa no es lo mismo.
Ganas tengo de volver a reunirnos, pero, aunque el rato sigue siendo magnifico por la compañía, por el entorno, por todo en general, no es igual. Y por mucho que me lo quieran vender, lo siento, me desagrada esta «nueva normalidad», quiero volver a la vieja cuanto antes. No sé lo que ustedes pensaran, comenten su opinión.
Gracias.

Pues sí. La nueva normalidad es deprimente. Pero para poder volver a estar como antes tenemos que ser responsables y tomar todas las medidas de seguridad posibles.
Nosotros aún no hemos pisado los bares, ni lo haremos hasta que esto se normalice. Sólo hemos visto a unos pocos familiares y a distancia.
Prefiero esperar un año a retomar la vieja normalidad a que alguno de los míos no pueda retomarla nunca.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Totalmente de acuerdo, no pienses que si viviera en Madrid o en otra gran ciudad no haría lo mismo. Pero vivimos en un pequeño pueblo, donde nos pilla muy lejos todo. Aquí, sin casos, se ha respetado todo al máximo, cuarentena, mascarillas, paseos, niños, etc. Si ahora nos permiten reunirnos, con todas las medidas, nos reunimos con respeto y prudencia, pero sin miedo. No se si me he sabido explicar.
Me gustaMe gusta
Perfectamente, no te preocupes. Tampoco tienes que justificarte, por lo que te he leído sé que prima la responsabilidad.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Es muy triste cómo las relaciones humanas y las impirtantes redes de apoyo han sido víctimas de la pandemia y el alejamiento social. Cuando veo gente antes sonreía, ahora siento miedo y quiero salir corriendo.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Es lamentable, para mí, desde siempre, una de las partes fundamentales de la vida era las relaciones sociales, lo que viene siendo pasar el rato con los amigos, charlando, comentando y disfrutando de su compañía. Desde ya, esto no va a volver a ser igual. Por desgracia.
Me gustaMe gusta
Da miedo no saber lo que nos espera, y es irónico, antes tampoco…
Me gustaLe gusta a 1 persona